Urmeneta es reconocido como uno de los más importantes empresarios del siglo XIX por su capacidad de emprendimiento e innovación. Nacido en el seno de una familia de comerciantes de Santiago. A los quince años (1823) fue enviado a estudiar comercio a Estados Unidos y luego viajó por España e Inglaterra donde fue testigo de la revolución industrial. De vuelta en el país (1831) se interesó por el negocio minero comenzando una explotación en el rico mineral de cobre de Tamaya, donde estuvo casi dos décadas invirtiendo en un pique profundo que le permitió en la década de 1850 su explotación en gran escala y hacerse de una fortuna. Con su capital decidió invertir en un complejo minero metalúrgico para exportar su cobre en barra, levantando las fundiciones de Guayacán, Tongoy y Carrizal, junto con un ferrocarril que unía el mineral de Tamaya con la fundición de Tongoy. Al mismo tiempo diversificó su capital, invirtiendo en la fábrica de gas para el alumbrado de Santiago, una hacienda y viña en Limache, diversas inversiones inmobiliarias y financieras en la Bolsa de Valparaíso. También fue un destacado hombre público, participando como diputado, senador y candidato presidencial de la república (1871), además de ser reconocido como un filántropo por diversas obras sociales y culturales que recibieron su ayuda, como la Casa de Orates de Santiago.